Cada martes y jueves por la mañana se juntan los miembros del taller de permacultura en el huerto del Centro de Educación Permanente de Adultos Polígono Sur (CEPer Polígono Sur).
El espacio de tres mil trescientos metros cuadrados repartidos en distintas áreas está cuidado tanto por alumnos del lugar, como otras personas voluntarias. En él, varios colectivos que vienen derivados por el Distrito Sur, desarrollan un taller de agroecología que cuenta con protagonistas claves: Israel, Luciano, Pablo, Tiziana, Zoé y el más mayor, quien inició el proyecto, Manuel Bermúdez. Juntos, nos han contado el origen del proyecto, su filosofía y su voluntad de abrirlo a cada persona que desee participar.
Origen del proyecto
Manuel Bermúdez es parte de los que llevaron a cabo el primer proyecto de huerto en Polígono Sur, cultivado según los principios de la agricultura ecológica, hace ya nueve años. Con sus compañeros de aquella época, montaron una primera asociación con la voluntad de proponer una escuela para enseñar todo lo que sabían desde sus propias experiencias del campo, inspirándose en el huerto del Alamillo, situado al Norte de la ciudad de Sevilla. De esta manera, empezaron a desarrollar una agricultura que, sin llamarla como tal, seguía los principios de la permacultura.
A lo largo de los años, este proyecto ubicado en el jardín del CEPer, seguía con el mismo objetivo de cultivar de manera ecológica, cuidar de las hortalizas, manejar el riego,etc. Desde el año pasado, las compañeras y compañeros encargados del desarrollo del huerto, quieren principalmente difundir saberes y herramientas para poder ser autosuficientes y cultivar su propia comida, de una manera respetuosa con el ambiente y trabajando con la naturaleza.
Principios de la permacultura
Hoy en día, el lugar se define como escuela de nueva generación, abarcando la permacultura como una serie de conocimientos holísticos. Y para ponerlos en práctica se valora la coparticipación y la implicación de cada individuo, de forma que se pueda conseguir un espacio construido conjuntamente, destaca Luciano.
Según él mismo, la permacultura representa una respuesta frente al cambio climático, porque aporta una estrategia de diseño más apropiada para visibilizar el uso de los recursos naturales, en particular del agua. El enfoque es reconocer de dónde viene y hacia dónde va el agua, y hacer que la tierra sea más fértil para que pueda dar lo que esperamos todos de ella: la comida de todos los días.
Según Israel, las reglas del juego para diseñar un espacio viable incluyen los pilares de las éticas de la permacultura: ética del cuidado del medio, del cuidado de las personas y también de compartir las experiencias. La práctica de esta filosofía tiene sentido y valor en un territorio donde las personas tienen más necesidades. Así es como se hace desde los inicios en este huerto ubicado en Polígono Sur.
Un espacio vecinal abierto
Las puertas están siempre abiertas y en ellas entran cada día tanto el alumnado que está en el CEPer de lunes a viernes y que participa en las tareas del cuidado de las hortalizas, así como la gente del distrito, del barrio o también de otras zonas.
Con ánimo de construir convivencia, Israel, Luciano, Manuel, Pablo, Tiziana, Zoé y sus compañeras y compañeros intentan crear una comunidad en la que se pueda compartir valores y principios, donde el huerto que cada una lleva dentro tenga cabida aquí. Ese es el camino que les interesa: desarrollar un proceso de construcción de comunidad junto a prácticas que sean útiles para autosustentarse, para autoproducir y satisfacer cualquier necesidad.
Además, se han constituido en un grupo, un colectivo más amplio que tiene sus actividades encuadradas en el huerto y que participa todo el tiempo, incluso en los momentos en los que el espacio educativo está cerrado.
Un tiempo más “natural”
A pesar de todo, insisten en el hecho de que, aunque coordinen el taller, vienen como observadores a disfrutar de la enseñanza de la naturaleza y cada día como si fuera la primera vez. Según nuestros protagonistas, todo se encaja en un proceso en el que para llevar a cabo esta experiencia individual y colectiva es necesario tomarse un tiempo más humano, es necesario “renaturalizarse”, como precisa Tiziana.
Según Israel, estos espacios naturales en estos barrios son como pequeños oasis en la ciudad, que permiten llevar la permacultura al espacio urbano. Se diseñaron como lugares abiertos, en los que hay un territorio que se puede explorar, en el que se pueden generar nuevos diseños, partiendo siempre de la experiencia propia.
A pesar de las dificultades, aquí se aprenden nuevas formas de alimentarse y curarse con las hortalizas y, en estos momentos, esto obtiene forma a través de la siembra de trigo para la elaboración de pan. El proyecto, para muchos y muchas, debe de ser una línea continua en el tiempo que no termine nunca, y así lo expresa Manuel Bermúdez:
“Me gustaría que este proyecto nunca se acabe y que cada día fuese a más, más gente, más alumnos, más aportación de los vecinos, que venían a colaborar e implantar otros sitios, otros proyectos, otras cosas por el barrio; eso es lo que más deseo.”
*Vídeo completo de la entrevista grupal a las protagonistas del huerto